lunes, 1 de diciembre de 2014

Primera etapa: Málaga-Benajarafe

Para hacer honor a la verdad, nos vemos obligados a matizar que la primera etapa contemplada en el itinerario oficial de La Gran Senda no finaliza en Benajarafe, sino que es bastante más corta, llegando a su término en el arroyo Totalán, que separa los términos municipales de Málaga y del Rincón de la Victoria. El motivo de alargar esta primera etapa y forzar la marcha hasta Benajarafe responde a motivaciones personales, pues allí disponíamos de una casa para pasar la noche.

Del mismo modo, tampoco comenzamos la ruta en la sede de la Diputación de Málaga, sino desde la zona de Carranque, lugar desde donde dos de nosotros “recogimos” a los restantes miembros del grupo en nuestro camino hacia el paseo marítimo Antonio Machado.


En cuanto al desarrollo de la etapa, es obligatorio destacar que nuestra primera andadura no comenzó de modo favorable, pues nos vimos obligados a retrasar la partida hasta casi las 15:00 horas, lo que solo nos dejaba la tarde, que a estas alturas del año es considerablemente corta, para recorrer los, aproximadamente, 26 kilómetros que nos separaban de nuestro destino.

Para más inri, ese no fue nuestro único inconveniente, pues al retraso obligado y al ya mencionado estiramiento de la etapa, se sumó el mal tiempo, que nos sometió a una lluvia constante durante casi la totalidad de la ruta. Si bien es verdad que nunca cayó con excesiva intensidad, su constancia nos obligó a no realizar los muy deseados (y necesitados) descansos que toda ruta requiere. De este modo, pese al tiempo, la escasez de tiempo y de descanso, y los kilómetros de más, resolvimos partir, pues nos moríamos de ganas por dar comienzo a esta aventura.

Paseo del Parque, Málaga.

El comienzo del trayecto puso de manifiesto cierto matiz del carácter de los malagueños que es vox populi: somos gente habituada al sol, y cuando este se esconde y es sustituido por el gris de las nubes y la lluvia, nos quedamos al cobijo del hogar, y la ciudad entera, habitualmente llena de vida a todas horas, adquiere un tono triste y solitario.

Paseo Marítimo de la Malagueta, Málaga.

De esta manera, atravesando zonas de la ciudad tan concurridas cualquier sábado como la Alameda o el paseo marítimo, entramos en los maltratados Baños del Carmen, otrora tan hermosos y llenos de vida, que actualmente se encuentran en un deplorable estado de abandono, acentuado por el tiempo, que impregnaba todo el complejo de melancolía.

Baños del Carmen, al fondo. 

El mal tiempo nos acompañó a lo largo de los paseos marítimos de Pedregalejo y El Palo, aunque al volver la vista atrás podíamos ver como comenzaba a clarear el cielo, muy a lo lejos. Gracias a esto pudimos contemplar, más adelante, tras acceder al paseo de los Canadienses,  como esos retazos de cielo que vislumbrábamos cambiaban de color a medida que se acercaba la noche, especialmente a la altura del peñón del Cuervo, donde la lluvia nos dio tregua unos momentos. Lo suficiente para que ascendiéramos a la Torre vigía de las Palomas, del siglo XVI, aunque muy restaurada, desde donde obtuvimos una excepcional vista de la costa, pese al mal tiempo. Debemos mencionar que hasta este punto no vimos ningún poste que indicara que estuviéramos transitando por un sendero de la Gran Senda de Málaga. Aquí, junto a la torre vigía, pudimos hacernos una foto con el primero de muchos.

Paseo Marítimo de Pedregalejo, Málaga.

Paseo Marítimo de El Palo, Málaga.

El Peñón del cuervo. ¿Quién es capaz de verlo?

Atardecer en el Peñón del cuervo.

De camino a la Torre, arte urbano.

Torre vigía de las palomas.
¡El primer poste! ¡Al fin!

El camino restante hasta el final de la primera etapa (oficial) de la Gran Senda, en el Arroyo Totalán, tuvimos que realizarlo junto a la carretera, en ocasiones separados del tráfico por un quitamiedos tan solo. Se aconseja extremar las precauciones en los tramos en los que por fuerza mayor haya que transitar de este modo.


Motivados por haber acabado este tramo del camino relativamente secos, gracias a los impermeables, y no muy cansados, pese a lo ininterrumpido de la marcha, atravesamos en un santiamén el paseo marítimo Blas Infante, perteneciente a la localidad de La Cala del Moral. No fue hasta llegar a los túneles del Cantal, totalmente de noche, que pudimos descansar un rato y relajar los músculos, ya cansados. Proseguimos la marcha por el paseo marítimo del Rincón de la Victoria, tramo en el que pudimos observar algo de vida en las calles, pues el tiempo mejoró ligeramente, permitiendo a la gente salir a pasear, tras un día totalmente gris.

Paseo Marítimo Blas Infante.
¡Prometemos que los túneles no son tan siniestros!
Al llegar al arroyo Granadillas abandonamos el Rincón para entrar en un camino mal acondicionado, de cemento y tierra, que debido a la lluvia presentaba un auténtico reto de esquiva de charcos, y que se prolongó durante varios kilómetros, en los que el cansancio hizo evidente mella en nosotros (que no en nuestro ánimo), pudiendo observar las numerosas estaciones de ferrocarril remodeladas que en su día jalonaban el antiguo trayecto que unía Málaga con Ventas de Zafarraya.


Tras finalizar el recto sendero junto a las playas de Benagalbón, llegamos a Chilches, donde nos aprovisionamos para la cena en un supermercado, y aprovechamos para hacer un último descanso, antes de encarar, físicamente agotados, los algo más de 3 kilómetros que nos quedaban hasta Benajarafe, adonde llegamos exhaustos, pero felices, tras finalizar contra viento y marea nuestra primera etapa de este viaje que nos llevará por múltiples localidades de nuestra provincia.


¡Un abrazo y hasta nuestra próxima ruta! 

Buenos días desde Benajarafe. Primera etapa superada.


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